domingo, 26 de noviembre de 2006

TALLANDO CRISTAL

En una pequeña y confortable cueva vivía Negro. Confortable siempre que fueras un goblin, claro está. Húmeda y mohosa era todo lo que él podía considerar un hogar. Había sido expulsado de su tribu hacía años por ser horrible incluso para los cánones goblinoides y ahora rehusaba cualquier contacto con otro ser. No volvería a sentirse humillado ni herido por ser como era. ¡Jamás!
La elección de tal asentamiento había sido sencilla. La encontró resguardándose de la lluvia y quedó prendado de los cristales azules que sobresalían de la pared del fondo. Cuando amanecía se llenaba de una claridad azulada al incidir los rayos del sol en los cristales, haciendo que el astro no dañasen sus ojos, desarrollados para la oscuridad. De noche el mineral mantenía almacenados parte de esos rayos y la cueva seguía iluminada levemente.
Negro, a base de tiempo, había desarrollado un talento exquisito para tallar tan hermoso material. Ocupaba la mayor parte de su tiempo modelando figuras de diversos tamaños y motivos. A medida que su colección crecía y crecía una pregunta asomó ligeramente en su consciencia.
Contemplaba los caballos alados, las bellas doncellas, los guerreros de pulida armadura que sus dedos habían extraído del cristal y se preguntaba donde los había conocido. No hallaba ninguna respuesta para tal hecho, pero no le importaba. Tallar tal belleza lo llenaba de una felicidad que lo colmaba totalmente.
Negro, cada cierto tiempo, embalaba cuidadosamente su creación. La trasportaba cuidadosamente en su pequeña carreta, de noche, a escondidas. Viaja hasta una ciudad cercana y los deja cuidadosamente a orillas del camino, cerca de la entrada. Luego vuelve feliz a su cueva, a continuar con su trabajo.
Cuanta gente, al igual que yo, se imaginaría de donde ha salido esa bonita estatuilla de cristal azul que adorna ese rincón. Como tanta belleza surge de los más insospechados lugares. Y como, de saber su origen, es posible la felicidad sin la necesidad de que nadie aprecie tu obra.


Nefando

EMBESTIDA

    También, para que engañaros, me es imposible resistirme a la tentación de compartir con  vosotros otro de los poemas de Ender.


Espíritu en trance,
cual guerrero en la vorágine
de la contienda,
duda del destino de su saeta.

Torbellino de rumor
crece en su interior
apoderándose de la voluntad
y del raciocinio.
Levanta el brazo empuñando su arco
pero el enemigo se ha dispersado
aprovechando su indecisión.
Blandiendo su frío acero
regido por un impulso animal
recorre el valle
montado en su corcel,
poderosa y briosa montura de pelaje grisáceo.
Solo el silencio
rompe el canto del viento
que ulula entre la espesura.
Quietud, abandono a la inercia,
mas un tumulto de alaridos
surge de las penumbras.
Un tropel de enemigos
variopintos sicarios,
disidentes de la verdad,
avasallan a nuestro soldado
intentando subyugarlo.
Enemigos de la mente,
sicarios de los designios,
infieles de la razón.
Insurrección ante la embestida,
rebeldía hacia el agravio...
...espíritu en trance.
...
Ender

LOKI Y EL GIGANTE

    Recordareis que en cierta ocasión conocía a Tyr, el manco. Debo admitir que siempre que pasa por KarKomA intentamos vernos y siempre consigo que narre una historia de su gente. No hace mucho esto fue lo que me contó:
    Durante la guerra entre los Aesir y los Vanir, Asgardr había perdido sus murallas. Un día, vino un hombre a caballo y ofreció construir una muralla más fuerte que la anterior. Sin embargo, el precio por su trabajo era el sol, la luna, la diosa Freyra como esposa. Por consejo del artero dios Loki, los dioses acceden, pero solo a condición de que la obra se realice en seis meses (algo que, naturalmente, consideraban imposible).
    Pese a esto, el hombre y su caballo, Svadilfari, trabajaron con tal rapidez que casi la tuvieron acabada tres días antes del plazo. Los dioses estaban aterrados, por lo que Loki, que podía transformarse, adoptó forma de Freyra y logró alejar a Svadilfari para que el hombre fuese incapaz de terminar a tiempo la muralla. El hombre se enoja tanto que empieza a crecer y crecer y muestra que en realidad es un gigante de las rocas, una estirpe que odiaba a los dioses. Thor le da muerte con un golpe de martillo. Meses después, Loki regresó con un extraño potrillo, engendrado por Loki y Svadilfari. Se trataba de Sleipnir, el futuro caballo de ocho patas de Odín, que corría más que nada en el mundo y podía llevar a su jinete hasta Hel, la tierra de los muertos.


Nefando


 

miércoles, 22 de noviembre de 2006

ESPIRITU ARBOREO

En  la ultima cena que celebré en mi casa, contamos con la presencia del célebre poeta Ender.Nos Obsequió con la lectura de un estracto de su obra.

Veo los árboles desnudos
como una montaña pedregosa,
un destello de luz corrompe
la triste estampa de las ramas desnutridas,
que surcan en el aire,
mientras la savia fluye en su interior.

Signo de vida
mas la muerte acecha fuera,
agazapada permanece a la espera,
espectando, rumiando, maquinando
impasible al temporal,
permanece su espíritu arbóreo
anclado con longevas raíces,
soportando ese recio tronco
flexible y resistente
a los elementos.

Testigo de dudas, alegrías,
penas y desgracias.
Y sus manos zancudas,
libres del peso de la hojarasca,
guardan el fruto que ha de venir.

Y ya llegó la señal,
un destello de luz,
energía de la existencia,
penetra en el espeso enjambre de ramificaciones,
iniciando el renacimiento
la mutación,
el ocaso de lo gris.

Ender.
 
Introducción de Nefando

lunes, 20 de noviembre de 2006

LA ALDEA EN LA CUEVA


    Llegó el momento, al hacerse regulares mis visitas a KarKomA, de pensar en buscarme mi propio alojamiento. Mi gran amigo Elder fue de gran ayuda a la hora de encontrarlo. Él me habló de una aldea cercana de gran belleza edificada dentro de una gran caverna natural que daba directamente al mar. Me hablo de la laguna que copaba gran parte de la cavidad, el Lago Interior, lo llamaban. De allí partían intermitentemente las barcas pesqueras de la aldea y volvían por la noche a rebosar de pescado fresco, marisco y esponjas. En los pequeños muelles donde atracaban, las mujeres de los pescadores zurcían las redes para sus esposos. Los niños canturreaban asomándose a las barandas de madera blanca y pulida que impedían a cualquiera caer al agua. Desde ellas podías ver los globos cristalinos alineados a los lados de la laguna y que de noche adquirían una iridiscencia azulada señalando el camino a las barcas que llegaban después del ocaso.
    Pasado el lago y excavado en la roca viva a varias alturas las casas se apretaban unas a otras. Podrías esperar que fuesen simples cavernas menores, pero no. Cada vivienda había sido construida íntegramente, desde sus cimientos a sus tejados, dentro de huecos abiertos en la pared, con piedra basáltica gris y lisa. Una puerta y dos ventanas, una a cada lado. Y encima de cada dintel de cada entrada, dos globos de esos iridiscentes de la laguna.
    No pude resistirme a la paz y la tranquilidad que emanaba. Y apalabre el usufructo de la tercera casa, empezando por la derecha, del segundo nivel. Cuando paso temporadas largas en KarKomA dormir acunado por las olas del mar. Y en los ratos de tedio nada me llena más que montar mi caballete en sus cercanías y plasmar la belleza de sus paisajes.
    Siempre estaré en deuda con Elder por mostrarme este pequeño paraíso. Y por cierto no si visitáis la no dudéis en acudir a las cenas y tertulias que cada viernes se celebran en mi hogar. Siempre seréis bienvenidos.

Nefando


domingo, 19 de noviembre de 2006

TYR Y EL LOBO FENRIS


 
    Me hallaba yo en la Posada De La Esquina, como de costumbre, charlando y bebiendo vino especiado con un grupo de amigos cuando se nos unio un extrangero. Mis compañeros parecían conocer a aquel hombre alto y de melena rubia. Lo que más me extrañó es que se trataba de un manco. Tanto le rogaron que accedió a contarnos su historia.
      "El terrible lobo Fenris, junto a la serpiente Jörmungandr y a la diosa de la muerte Hel, fue uno de los monstruosos hijos del dios Loki y la gigante Angur. Odín trató de domesticarlo mientras era un cachorro, y se lo llevó al Asgard. A Tyr se le encargó alimentar a la fiera, ya que era el único que se atrevía a acercarse a ella; así lo hizo, viendo cómo el animal crecía en tamaño y fiereza y no mejoraba en absoluto su conducta. Entonces los doce acordaron sujetar al lobo con cadenas, para evitar que pudiera convertirse en un peligro para todos; pero las cadenas no servían de nada, Fenris las rompía con toda facilidad; así que los dioses pidieron a los elfos que hicieran algo indestructible. Los elfos mezclaron los pasos de un gato, el celo del oso, la voz de los peces, saliva de pájaros, la barba de una mujer y la raíz de una montaña; con ella tejieron una cuerda irrompible, Gleipnir, que cuanto más se tiraba de ella más se apretaba. Se fueron todos, dioses y lobos, a la isla de Lyngvi, para proponer a Fenris que probase su resistencia, cosa nada fácil, puesto que él recelaba de una tan sutil ligadura. Como los doce insistían, Fenris aceptó, a condición de que uno de ellos pusiera su brazo dentro de las fauces, para pagar por todos en caso de salir algo salía mal. Así que Tyr fue de nuevo el elegido y dejó su brazo a prueba dentro de la boca de Fenris, mientras que se le ataba el Gleipnir al cuello y a las garras.
    El lobo estiró y estiró la atadura, pero ésta sólo se apretaba cada vez más; mientras tanto, los dioses reían, bueno no todos, pues Tyr perdió la mano derecha para los restos. El lobo aullaba furioso y los dioses le metieron una espada en la boca, para acallarlo; de la sangre que manó de su paladar brotó el río Von y allí quedó Fenris, esperando el día final, hasta que llegara el momento en que se rompiera su ligadura y fuera el tiempo de su venganza"

Nefando

Mitología nórdica.


LA OTRA CIUDAD


 

    Me hallaba yo deambulando por los pasillos de cierto ministerio por razones que ahora no vienen a cuento, cuando KarKomA me atrapó sin darme tiempo a reaccionar. Sólo capté el cambio de las paredes, que eran de yeso pintado de ocre pastel, y que mutaron a mármol con incrustaciones de alabastro. Antes de poder hacerme la idea de tal transformación, una algarabía de voces retumbó a mis espaldas. Me giré y vi un tropel de ciudadanos, muchos de los cuales conocía de vista, corriendo hacia mí. Paré a uno de ellos y le pregunté el motivo de tanto alboroto. Haciéndome señas me invitó a seguirle, cosa que hice.
    Cuando alcanzamos una de las amplias terrazas noté un zumbido grabe y cada vez más intenso. Miré hacia donde se me antojó que procedía, hacia el cielo. Mi maxilar inferior calló fláccido de la sorpresa. Sobre nuestras cabezas se vislumbraba un peñasco de proporciones titánicas. Se acercaba aminorando su velocidad con la intención patente de situarse sobre nosotros. He de decir que nos hallábamos en el Palacio de los Silencios, un edificio digno de cualquier rey y vacío al carecer KarKomA de monarca, situado en el centro de la ciudad. Lo más fabuloso lo constituía la edificación que coronaba la gran roca. Un palacete construido con piedra caliza y rojiza. De grandes almenas coronadas con bóvedas de cobre bruñido que centelleaban contra el cielo azul. La estampa me recordó al Taj Majal de nuestro mundo, solo que ensangrentado por yo qué sé que desgracia.
Entre nosotros también se hallaba Nestor, el posadero, que me ilustró sobre tal creación. Esto me contó:
    Era la Ciudad En las Nubes. En ella se traían los suministros para que KarKomA se mantuviese abastecida. Navegaba por otras corrientes diferentes haciendo incursiones en las zonas de la memoria colectiva. Allí recogía los diferentes artículos que almacenaba. Cada vez que alguien olvidaba donde había dejado algo o perdía un recuerdo de algún objeto que había visto alguna vez, se debía a que La Ciudad lo había incorporado a sus despensas.
    Al igual que todos pasé el resto del día descargando paquetes de mercancías. Desde los más normales, cerveza, vino, pan, viandas variadas a las más exóticas, oro, especias, las plateadas piedras de G´nar y otras muchas. La jornada acabó en la posada, como siempre, bebiendo mientras escuchaba relatos de otros viajeros. Mirando por la ventana, incapaz de contenerme, como los rayos del sol poniente rompían en las bóvedas cobrizas de la Ciudad En Las Nubes.

Nefando


sábado, 18 de noviembre de 2006

DE ARCHION Y WATUU


              De aquella primera visita a la Posada de la Esquina recuerdo la charla que mantuve con Archion. Me dió muy buenos consejos he indicaciones de todo lo que en Ciudad KarKomA era de interés o implicaba algún grado de peligro. En sucesivas visitas a la posada llegó un momento que eché a faltar su presencia y al preguntar por él me enteré de su ocupación. Ya fuese por vocación propia o consentimiento del resto de los ciudadanos, sobre sus hombros recaía la responsabilidad de vigilar atentamente cualquier peligro que acechase a la comunidad. Y ciertamente lo cumplía con gran celo, pues aún no me he visto en ningún altercado considerable.
               No hará tanto que volví a coincidir con él. Lo encontré bebiendo solo en una mesa y me acerqué con la intención de hacer su velada más llevadera.
               Me recibió con los brazos abiertos y al preguntarle me dijo que esperaba a Watuu, un pastor. Con tono jovial le reproché que no era propio de un guardián como él malgastará el tiempo con simples pastores.
               Archion me miró con una mezcla de enfado y resignación en su semblante. Pude adivinar sus pensamientos un segundo, ¡Ignorante! Tomó un largo trago de su copa y comenzó a narrarme algo insólito:

          “Has de saber lo que es bien conocido en toda la ciudad – su voz se alzó solemne – y habrás de olvidarlo. El olvido nos ha pasado factura demasiadas veces, pero aprendemos de cada error. En los tiempos antiguos los dragones asolaron estas tierras. Cada ataque era más feroz que el anterior y cada día despertaban más reptiles. El cielo se nublaba con la sombra de sus siluetas o se iluminaba con sus fuegos. Cuando la situación alcanzó su punto más dramático, cuando para todos la única opción era marchar a un lugar lejano y seguro, apareció el salvador. No era otro que Gunthar, un joven pastor, que armándose de valor partió a la tierra de los dragones para averiguar la razón de tanta desolación. Al tercer día los ataques cesaron y al cuarto regresó el héroe a lomos de una de las bestias.

No dijo como consiguió parar aquella guerra pero si el precio. El permanecería con ellos para comunicarnos cualquier mensaje de los dragones. Viviría con ellos el resto de su vida, y también sus hijos y los hijos de sus hijos. Dicho esto desapareció con su montura y cumplió su palabra. Raramente se volvió a ver. Siempre portando las misivas que sus nuevos compañeros le daban. Y aún vivimos en paz con ellos”

             Yo permanecí absorto ante sus palabras. Hipnotizado por su cadencia, ahogado en su mensaje. Cuando acabó apuró su copa ávidamente y concluyó con un comentario fugaz:

            - Watuu es nieto de Gunthar.


Nefando
 

jueves, 16 de noviembre de 2006

LLEGADA A LA CIUDAD

Cuando uno llega a ciudad KarKomA lo primero que ha de hacer es dirigirse a la posada de la esquina, y no lo digo por señalar, es su nombre. Cierto es que está en una esquina pero no llaman así por eso, como me contaría mas tarde Néstor, sino porque se haya en la confluencia de varias corrientes temporales y azarosas que cruzan el umbral de la materia y que no podemos ver.

Allí entré y tome asiento en una mesa solitaria estudiando ávidamente la variopinta muchedumbre que contenía. No creerías lo que vi. Hombres, mujeres y otros seres que aunque humanoides lejos se hallaban de poder ser catalogados como hombres.

Néstor, el posadero, se acercó a mi y me sirvió un poco de vino caliente y especiado, especialidad de la casa, en una copa de brillante cristal bedano. De seguida percato mi calidad de forastero y sentándose junto a mi me explicó.

KarKomA es una ciudad vagabunda, dijo, solo los que vagabundean llegan a ella. Búscala, persíguela pero jamás la encontraras. Despístate un segundo y estarás dentro de ella. Es la forma en que el mundo grita. Una manifestación del caos y la variedad que el hombre a frenado con su naturaleza, esa que le impulsa a adaptar todo a su conveniencia. Nunca sabes cuanto tiempo permanecerás en ella, pero si eres listo y aplicado aprenderás a encontrarla cada vez mas rápido. Visítala, explórala, aprende de ella. Aquí hallaras respuestas que no encontrarías en ningún otro sitio, conocerás gente de una sabiduría sin igual y, si eres paciente, también descubrirás retazos del pasado y el futuro de tu mundo. Bienvenido hermano a la ciudad. No te metas en líos y sacarás provecho de todo esto. Y recuerda que mi posada cuenta con el mejor vino de la ciudad.

Néstor se levantó riendo de buena gana y me dejó pensando en lo que me había dicho para atender a su variopinta clientela.

Así fue la primera de muchas conversaciones que he mantenido con el posadero.





Nefando