domingo, 19 de noviembre de 2006

TYR Y EL LOBO FENRIS


 
    Me hallaba yo en la Posada De La Esquina, como de costumbre, charlando y bebiendo vino especiado con un grupo de amigos cuando se nos unio un extrangero. Mis compañeros parecían conocer a aquel hombre alto y de melena rubia. Lo que más me extrañó es que se trataba de un manco. Tanto le rogaron que accedió a contarnos su historia.
      "El terrible lobo Fenris, junto a la serpiente Jörmungandr y a la diosa de la muerte Hel, fue uno de los monstruosos hijos del dios Loki y la gigante Angur. Odín trató de domesticarlo mientras era un cachorro, y se lo llevó al Asgard. A Tyr se le encargó alimentar a la fiera, ya que era el único que se atrevía a acercarse a ella; así lo hizo, viendo cómo el animal crecía en tamaño y fiereza y no mejoraba en absoluto su conducta. Entonces los doce acordaron sujetar al lobo con cadenas, para evitar que pudiera convertirse en un peligro para todos; pero las cadenas no servían de nada, Fenris las rompía con toda facilidad; así que los dioses pidieron a los elfos que hicieran algo indestructible. Los elfos mezclaron los pasos de un gato, el celo del oso, la voz de los peces, saliva de pájaros, la barba de una mujer y la raíz de una montaña; con ella tejieron una cuerda irrompible, Gleipnir, que cuanto más se tiraba de ella más se apretaba. Se fueron todos, dioses y lobos, a la isla de Lyngvi, para proponer a Fenris que probase su resistencia, cosa nada fácil, puesto que él recelaba de una tan sutil ligadura. Como los doce insistían, Fenris aceptó, a condición de que uno de ellos pusiera su brazo dentro de las fauces, para pagar por todos en caso de salir algo salía mal. Así que Tyr fue de nuevo el elegido y dejó su brazo a prueba dentro de la boca de Fenris, mientras que se le ataba el Gleipnir al cuello y a las garras.
    El lobo estiró y estiró la atadura, pero ésta sólo se apretaba cada vez más; mientras tanto, los dioses reían, bueno no todos, pues Tyr perdió la mano derecha para los restos. El lobo aullaba furioso y los dioses le metieron una espada en la boca, para acallarlo; de la sangre que manó de su paladar brotó el río Von y allí quedó Fenris, esperando el día final, hasta que llegara el momento en que se rompiera su ligadura y fuera el tiempo de su venganza"

Nefando

Mitología nórdica.


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