sábado, 18 de noviembre de 2006

DE ARCHION Y WATUU


              De aquella primera visita a la Posada de la Esquina recuerdo la charla que mantuve con Archion. Me dió muy buenos consejos he indicaciones de todo lo que en Ciudad KarKomA era de interés o implicaba algún grado de peligro. En sucesivas visitas a la posada llegó un momento que eché a faltar su presencia y al preguntar por él me enteré de su ocupación. Ya fuese por vocación propia o consentimiento del resto de los ciudadanos, sobre sus hombros recaía la responsabilidad de vigilar atentamente cualquier peligro que acechase a la comunidad. Y ciertamente lo cumplía con gran celo, pues aún no me he visto en ningún altercado considerable.
               No hará tanto que volví a coincidir con él. Lo encontré bebiendo solo en una mesa y me acerqué con la intención de hacer su velada más llevadera.
               Me recibió con los brazos abiertos y al preguntarle me dijo que esperaba a Watuu, un pastor. Con tono jovial le reproché que no era propio de un guardián como él malgastará el tiempo con simples pastores.
               Archion me miró con una mezcla de enfado y resignación en su semblante. Pude adivinar sus pensamientos un segundo, ¡Ignorante! Tomó un largo trago de su copa y comenzó a narrarme algo insólito:

          “Has de saber lo que es bien conocido en toda la ciudad – su voz se alzó solemne – y habrás de olvidarlo. El olvido nos ha pasado factura demasiadas veces, pero aprendemos de cada error. En los tiempos antiguos los dragones asolaron estas tierras. Cada ataque era más feroz que el anterior y cada día despertaban más reptiles. El cielo se nublaba con la sombra de sus siluetas o se iluminaba con sus fuegos. Cuando la situación alcanzó su punto más dramático, cuando para todos la única opción era marchar a un lugar lejano y seguro, apareció el salvador. No era otro que Gunthar, un joven pastor, que armándose de valor partió a la tierra de los dragones para averiguar la razón de tanta desolación. Al tercer día los ataques cesaron y al cuarto regresó el héroe a lomos de una de las bestias.

No dijo como consiguió parar aquella guerra pero si el precio. El permanecería con ellos para comunicarnos cualquier mensaje de los dragones. Viviría con ellos el resto de su vida, y también sus hijos y los hijos de sus hijos. Dicho esto desapareció con su montura y cumplió su palabra. Raramente se volvió a ver. Siempre portando las misivas que sus nuevos compañeros le daban. Y aún vivimos en paz con ellos”

             Yo permanecí absorto ante sus palabras. Hipnotizado por su cadencia, ahogado en su mensaje. Cuando acabó apuró su copa ávidamente y concluyó con un comentario fugaz:

            - Watuu es nieto de Gunthar.


Nefando
 

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